sábado, 24 de diciembre de 2011

ESTA MAÑANA

Cuando lo vió fue como si el mundo se parara de repente, sus amigas desaraparecieron de su lado y a lo largo del vestíbulo sólo estaban ellos dos mirándose sin pestañar desde extremos opuestos.
Hacía diez años que se habían visto en aquel mismo sitio. Ella había ido a pasar un fin de semana con sus amigas para celebrar que empeceban una nueva vida y él… nunca le dijo cual era su excusa para estar allí.
Aquel fin de semana fue inolvidable, desde que se cruzaron en el pasillo de sus habitaciones no se separarón hasta el momento de su despedida; una despedida que dejaron abierta, pues nunca se dijeron adiós simplemente esperaron que el destino volviera a unir sus caminos.
Durante estos diez años ella había revivido mentalmente aquellos días millones de veces, era su medio de escape a la monotonía de su vida, la única locura cometida en 28 años. Siempre la hija perfecta, la alumna perfecta, la típica persona que nunca había roto un plato en su vida, a excepción de aquel fin de semana en el que decidió romperlos todos.
Se acercarón el uno al otro lentamente, temiendo que si se tocaban el espejismo desapareciera. Cuando al fin estaban los dos juntos en el centro del vestíbulo, bajo la inmensa lámpara de araña del hotel, él, seguidor de las películas de Richard Gere, la besó apasionadamente y le dijo:
-No te vuelvas a marchar.

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